mayo 12, 2011

Cuento[ Traición y cinismo]

Era realmente tarde, para un día entre semana. Llovía tranquilo, no eran grandes tormentas pero no eran esas lloviznas donde podría salir sin paraguas. Yo debía viajar por asuntos laborales, debo viajar constantemente y por varios días, Pero hoy... Hoy soy negligente, pero tenía una sola razón.

Mi esposo sabe que viajo mucho, las veces en las que he regresado después de mucho tiempo dice que me extrañó tanto, acariciándome el pelo y besándome la nuca. Me hacía el amor como si fuera alguna clase de "regalo" de bienvenida. Ya hacía varios meses que me comentaba que quería tener hijos ¡Seis meses de casados y sin hijos! Para mi eso estaba relativamente bien, yo viajando tanto y no podía verlos, no me querrían o no sabrían qué es una mamá de verdad; y a como es él no considero que sea muy buena idea. Así, a veces le negaba el sexo como si se tratara de negarle los dulces a un niño.

Hoy preferí quedarme en el pequeño espacio acolchado detrás de la cortina de la ventana de mi habitación, leyendo cuentos de asesinatos y detectives. Estaba sosegada, jamás me había sentido tan tranquila. Mi esposo sabía que viajaba hoy, y en la mañana me dio un beso en la frente cuando salió para el trabajo.
No sentí el tiempo correr en ningún momento, no tenía noción ni de qué hora pudiera ser, tal vez las 10:30 de la noche, y yo seguía leyendo. Hasta que oí pasos, «Mi esposo...» Pensé. Pero no salí a ver si era él, me quedé detrás de la cortina, leyendo.
Se oían más pasos, no era sólo mi esposo «Joder» Ahora eran risitas. Él... subiendo al cuarto, con otra persona, besándola, risas entre dientes... El sonido de la traición.
Dejé pasar unos minutos, y reconocí su voz ¿Quién más que la rubia de cuerpo voluptuoso, a quien contrataron de secretaria por sus enormes pechos? Esa puta.
En medio de plena acción, me paré, salí de la cortina, atravesé el cuarto, y saqué un papel azul y otros varios papeles junto con un lapicero de los gabinetes donde guardaba mi ropa interior y objetos varios; Dejé el papel pegado en el espejo del baño y los otros papeles encima del los gabinetes. Cuando me di la vuelta -ellos muy ocupados que ni se percataron- les dije "Bueno ya me voy, mi avión sale en media hora. Que se diviertan." Mi esposo rápidamente se la quitó de encima y tratándome de dar una explicación inventada, sólo tartamudeaba. Le tapé la boca con mi dedo «Shhhh». Agarré mis maletas y salí.

Jamás regresé, y no pienso en él, mucho menos ella. Aunque a veces me da por reírme por mi indiferencia, dejarle los papeles de divorcio ya preparados sin habérselo mencionado y un papel azul escrito a tinta negra, 4 palabras que su cinismo no hubiera imaginado y lo mataron antes que una enfermedad, : «Esa puta tiene SIDA».